En el silencio interior surge una de las más importantes preguntas que se ha hecho el ser humano:
¿Quién soy y por qué estoy aquí?
A veces nos cuesta discernir cuál puede ser nuestro propósito, pero no tanto lo que no nos gusta, gracias a que vivimos en un mundo dual (o puede que precisamente a consecuencia de ello ). Uno de los primeros síntomas que nos indican que no estamos en el camino de nuestro propósito es cuando vivimos en el sufrimiento y sentimos desconexión de todo y de todos, cuando nos centramos en el tener en lugar de Ser. Cuando nos dejamos llevar por el carrusel de pensamientos diarios (rol de víctima) y no elegimos lo que deseamos experimentar ni hacia dónde queremos ir (responsabilidad personal). Aquí juega un papel fundamental reconocer que ya somos sin necesidad de hacer y querernos a nosotros mismos. Hace miles de años que los sabios de la antigüedad nos recordaron que todo lo que buscamos se encuentra en nuestro interior, como reza la famosa frase "Conócete a ti mismo" inscrita en la entrada del templo de Apolo en Delfos (Grecia). Al darnos cuenta de esta verdad, se produce una transformación crucial en nuestras vidas, en las cuales pasamos de víctimas a responsables de crearlas conscientemente. Con este "click" mental, se despierta en nosotros el hambre por aprender a gestionarnos a nosotros mismos desde nuestra mirada y autenticidad profunda, a auto-gestionarnos. Y en este punto de reconocimiento de nuestro propio ser, es cuando empezamos a apreciarnos y a valorarnos, a querernos, a estimarnos, a auto-estimarnos.
La auto-estima no es nada más que la capacidad de quererse, valorarse y a apreciarse a uno mismo, y consta de un conjunto de percepciones sobre quienes somos. Es como un árbol que plantamos: empieza con una pequeña semilla llena de potenciales, que si plantamos en tierra fértil, alimentamos y cuidamos con afecto, crecerá fuerte y sano. Es un trabajo constante de riego, poda y erradicación de malas hierbas, pero que bien vale la pena cuando en esos atardeceres de verano nos sentamos debajo de sus frondosas ramas a disfrutar de la culminación de una jornada bien vivida… A medida que progresamos en nuestras experiencias, somos capaces de cuidar mejor y embellecer nuestro árbol de la auto-estima, y también de echar una mano en los jardines de los demás, si así nos lo piden.
Reconócete como el ser auténtico que eres, porque eres una obra de arte de coleccionista: única y especial. Como buena obra de arte, tienes muchos aspectos y combinaciones únicas en y para ti. Muchos de tus colores solo los tienes tú, y en ellos residen precisamente tus dones, porque lo que te hace único es tu mayor tesoro para compartir con el mundo. Muchas veces no nos acordamos de ello y nos sentimos pequeños, vulnerables, desvalorados. Que nada ni nadie te arrebate tu brillo: encuentra tu tesoro y compártelo para que este mundo sea aún mejor que cuando llegaste.
A por un 2021 en tus propios términos
¿Quieres dar el siguiente paso en tu crecimiento personal y espiritual en una comunidad de almas que vibran como tú?